Este blog fue creado el 28 de Julio de 2008, trata sobre diseño gráfico y otras cosas que me gustan: música, pintura, cine, libros...

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¡Bienvenidos al Diario de una princesa en la Oscuridad!

viernes, julio 31, 2009

III: Reencuentro

Roderick

"Cinco años más tarde..."

Ya habían pasado 5 años desde que mis padres y Victoria habían muerto, todos los años en la misma fecha me pasaba por el cementerio y les dejaba flores en sus tumbas. Nunca más volví a entrar en aquella cripta, ni saber nada de Berenice, ni de Elsbeth Silsby. Incluso llegué a pensar que todo había sido un sueño, o una ilusión mía, lo normal con trece años, ahora tengo casi dieciocho y me doy cuenta de que todo aquello era una tontería, en que estaría pensando, al imaginarme todo eso. La cripta seguía ahí en el cementerio donde estaban enterrados mis padres, pero nunca más volví a entrar en ella, quería empezar de cero como si nada hubiera pasado, ahora tengo que ir a la universidad y no tengo tiempo de pensar en niñerías.

Mi vida ha transcurrido sin cambios, en el instituto hice un par de amigos, pero dudo que nos volvamos a ver nunca más. Nunca se me ha dado bien relacionarme con otras personas.

Mañana era mi cumpleaños, cumpliría dieciocho años…

***

La escena se oscurece, empezamos a ver que nos encontramos en la cripta del cementerio donde enterraron a la familia de Vladimir.

Se veía una mujer de espaldas llorando delante del ataúd que había en la cripta, parece que fuera llueve, se escuchan las gotas caer sobre el tejado de la cripta.

La chica se agacha y deposita unas rosas negras junto a él, se queda un par de segundos ahí se levanta, vemos que se trata de Elsbeth Silsby, aunque hayan pasado cinco años, ella sigues igual a como la recordamos, con esa misteriosa y triste aura que le rodea y su piel blanquecina cubierta por un vestido azul oscuro y su largo cabello negro, de sus violáceos ojos nacían unas lágrimas resbalaban por su rostro hasta llegar a la barbilla. Llevaba su cuerpo recubierto con un largo abrigo negro que le llegaba hasta los pies…

Desaparece por la puerta. La seguimos El cementerio estaba cubierto de una densa niebla que no te dejaba ver más allá de dos metros de distancia, es de noche y está lloviendo, su cabello y sus ropas se iban empapando según se iba alejando de la cripta con mucha delicadeza y recorriendo todo el cementerio buscando la salida más próxima.

Elsbeth sale por la puerta y camina por una de las oscuras calles de Barcelona, se desplazaba como si se conociese la zona perfectamente, seguía deslizándose por las calles mojadas y los edificios fúnebres cubiertos por la niebla, parecía que había llegado a donde quería…

Era un gran edificio de arquitectura gótica, se acercó a su puerta y la abrió rápidamente con unas llaves que sacó de su abrigo y entró al portal, revisó que no hubiese correo en su buzón y subió por las escaleras de caracol hasta llegar al ático se acercó a la puerta de su piso y se abrió.

–Buenas noches, Elsbeth.

–¿Berenice… qué te ha pasado?

Berenice no parecía la misma, solamente habían pasado cinco años y ella parecía que tenía unos ochenta años… Había rasgos en ella que nos recordaban a la Berenice joven, pero se ve que se ha ido deteriorando y muriendo muy rápidamente… Sus alas ya estaban caídas ya ni siquiera podría volar o aparecerse…

–Bueno, como habrás podido adivinar tú misma, estoy muriendo… Pero eso no es lo que te vengo a decir, te vengo a dar una buena noticia.

–Dime…

–Dentro de poco podrás volver a estar junto a tu Vladimir… Pero tienes que tener en cuenta una cosa, Vladimir tendrá su cuerpo, pero el cuerpo que tiene ahora morirá, si quieres recuperarle debes matarle, pero sus recuerdos de lo que ha vivido en esta vida, también perdurarán en él, le va a ser difícil comprender todo lo que ha pasado y verse dentro de otro cuerpo y yo no podré estar ahí para explicárselo todo, cuando muera Vladimir, moriré yo con él. Debes hacerte cargo de él, debes asumir esa responsabilidad, Elsbeth. Yo no podré cuidar más de él… ¿Te ves capaz de ello?

–¿Matarle?, yo no puedo matarle…

–Debes hacerlo antes de que lo pierdas para siempre…

–¿No se puede hacer de otra manera? Es que no puedo matarle, aunque no tenga su cuerpo sigue siendo él, sigue siendo Vladimir…

–Entonces, desaparecerá el Vladimir que conociste, solamente existirá Vladimir Selnik, y lo perderás para siempre… Es lo único que puedo decirte, tú has lo que veas más conveniente… Adiós Elsbeth…

–Adiós…

Berenice desaparece, lo más probable es que sea la última vez que la veamos, pero ¿quién sabe?, la vida es imprevisible… Ahora Vladimir debía morir y Elsbeth no se veía muy capaz de matarle, ¿finalmente lo mataría, lo podría recuperar, la recordará?, nada de eso podremos saber hasta que vaya transcurriendo el tiempo, ese tiempo tan preciado para algunos y que para mí carece de sentido, el tiempo se paró para mí hace muchísimas décadas y no deja que perezca… Pero no nos entretengamos en estas minucias sobre el tiempo y continuemos esta historia antes de mataros a todos ¿he dicho mataros…? Perdonad, no pretendía decir eso, nunca mataría a unos seres tan fascinantes como vosotros, o quizás sí, nunca se sabe… Sigamos…

Elsbeth tenía una gran decisión que tomar y parecía debatirse por tomar una decisión…

Se sentó en un escritorio que se encontraba en su ático, abrió una de sus gavetas y sacó de ella papel, una pluma y tinta para escribir algo… Se pone a escribir…

Mi querido Vladimir…

Hoy es tu cumpleaños, pero también es la fecha de tu muerte, el día que vas a morir y también el día que te voy a recuperar, volveremos a estar juntos…

Perdóname por lo que tengo que hacerte pero es la única manera, tú sabes que yo no te haría daño alguno, yo lo único que quiero es que renazcas de tu tumba y vuelvas a estar conmigo…

Vas a recuperar tu cuerpo, el cual lleva demasiado tiempo en esa cripta, como si fuera una estatua, silenciosa, incapaz de despertar, suelo ir bastante a menudo a visitar tu cuerpo, porque tú no me recuerdas y he estado mucho tiempo esperando que regreses y que me rescates de esta soledad, y hoy eso se va a hacer realidad después de todo este tiempo…

Recuerdo que me prometiste que nos volveríamos a ver, que no me preocupara, he estado muerta en vida esperando que algún día regreses…

Esta es mi carta de despedida al cuerpo y a la persona que ha albergado todo este tiempo a mi Vladimir.

Nos vemos en la cripta en la que están enterrados tus padres y allí nos veremos y volveremos a estar juntos, para siempre y ya nadie nos podrá separar, ni siquiera Roderick…

Hasta pronto.

Te quiere…

Elsbeth.

***

Todo se oscurece…

Se empieza a ver algo…

Nos encontramos en un sombrío bosque…

Se ven un hombre y una mujer.

Recnocemos a la mujer, es Elsbeth Silsby, está llorando arrodillada frente al hombre, que está moribundo, estaba echado sobre el suelo con la cabeza un poco incorporada, casi no podía moverse e intentaba hablar, Elsbeth lo sostenía.

-Te quiero Vladimir, por favor no me dejes…

-N…no te pre…ocupes, nos vol…veremos a ver, te lo pro…meto, te quiero…

–Nooo… yo no quiere que te vayas…

Elsbeth rompe a llorar con más fuerza, el cuerpo del hombre desploma sobre los brazos de la destrozada mujer…

La imagen desaparece por una fuerte luz…

Me desperté sobresaltado, entraba la luz de sol por mi ventana, estaba diciendo la misma frase del sueño: “No te preocupes, nos volveremos a ver, te lo prometo, te quiero…”

¿Por qué estoy diciendo esto?, ¿Elsbeth?, sólo fue un sueño, déjate de tonterías, no estás para éstas chorradas de niños, bah, pasa, hoy es tu cumpleaños y lo debes pasar genial tío, te vas a ir de fiesta, te vas a emborrachar, ya eres mayor de edad, puedes hacer lo que te dé la gana…

Me levanté y me vestí, bajé a la cocina, mi tía ya se había ido, eran las 12 de la mañana del domingo, me llegaron varios SMS al móvil dándome las felicidades por mi decimoctavo cumpleaños, me fui a la cocina e intenté comer algo pero no pude…

Tenía ganas de dar una vuelta antes de encontrarme con mis amigos, estaba de mal humor sin razón alguna…

Salí por la puerta de la casa de mi tía y me puse a caminar por los alrededores… Pasó bastante tiempo pero no fui consciente de ello…

Me suena el móvil.

–¿Sí?

Era Christian, uno de mis mejores amigos, era uno de estos que se pega todo el día soltando tonterías y esperando que causen gracia, cosa que no suele pasar, pero yo me río por compasión, es muy bien tipo… Habíamos quedado todos en mi casa para ir a dar una vuelta y jugar a unos bolos o lo que se nos ocurriera era mi cumpleaños, pero les tenía dicho que ni se les ocurriera comprarme un regalo, odio los regalos, son tontería que alguien dijo un día, naciste hace un años, vamos a darte un regalito, por haber existido un año, y me parece una completa tontería, a si que regalos no… Pero estoy seguro que me han comprado un regalo, es que los conozco, son muy previsibles…

–Hey Vlad, ¿dónde te has metido?, estamos por fuera de tu casa, llevamos tres cuartos de horas esperándote…

–¿Eh, qué hora es?

–Son las siete menos cuarto…

–Joder… ¿cómo se ha hecho tan tarde?, no te preocupes ahora mismo voy para allá…

–¿Pero dónde estás?

–Adiós Christian, hasta ahora.

Le colgué el teléfono y cogí dirección a mi casa y caminé por las calles hasta localizar la casa de mi tía donde se encontrarían mis amigos esperándome…

Me fui aproximando a la casa, pero no los vi por ningún lado, espero que no les haya dado la tontería de esconderse para darme un susto diciendo “¡¡¡FELICIDADES!!!”, otra de las tradiciones estúpidas, como las fiestas sorpresas. Tampoco creo que se hubieran metido en mi casa, no tienen llaves…

¿Dónde se habrán metido…?

Llegué la casa, esperé a que hiciesen su tontería de “¡¡¡FELICIDADES!!!”, no ocurrió nada…

–¿Chicos?, sé que estáis ahí, así que salid…

No hubo respuesta…

Pues nada, entraré a casa, a lo mejor habían hablado con mi tía o algo y estaban allí dentro. Metí mi mano en uno de los bolsillos de mi pantalón, rebusqué en él, no estaban… Miré en el otro bolsillo pero tampoco estaban allí, tenía sólo el móvil y la cartera. Se me habrán olvidado esta mañana al salir…

Cogí el teléfono para llamar a Christian, no tenía línea… Cerca de la casa de mi abuela había una cabina, le llamaré por ahí, a ver donde se han metido estos chiquillos…

Después de caminar un ratito, llegué a la cabina que había en una de las aceras… Cogí la cartera, para buscar alguna moneda como para poder llamar a un móvil. Mi cartera estaba vacía…

Yo la verdad es que no recuerdo haber sacado todo mi dinero, el DNI y eso de mi cartera, siempre están ahí…

Pues nada tendré que saltar la valla y entrar por alguna de las ventanas, espero que se haya dejado alguna abierta… Se me suelen olvidar ese tipo de cosas como cerrar las ventanas…

La valla de mi tía tenía unos dos metros de alto y estaba cubierta por una enredadera que poda un jardinero que viene una vez cada dos semanas…

Finalmente, después de varios intentos conseguí saltar la valla, pensé que me costaría menos… Ya estaba en el interior, ahora debía encontrar algo abierto por donde entrar… Por donde primero pensé en entrar fue por la puerta trasera de la casa, que daba a la cocina. Afortunadamente estaba abierta.

Entré en la casa, parecía no haber nadie… Escuché como algo se caía y se rompía… Parecía algo de cristal…

–¿Hola, hay alguien?

El sonido parecía había venido de arriba, subí a ver qué era lo que había ocasiona aquel ruido… Busqué por las habitaciones pero no vi nada fuera de lugar hasta que entré en mi cuarto, el cristal de la ventana estaba hecho añicos, estaba toda la habitación llena de cristales…

Fui a buscar el teléfono que estaba en la habitación de Rebecca… Llegué a la habitación, forcé mis oídos a ver si conseguía volver a oír algo más… No se escuchaba nada. Cogí el teléfono, pero no había señal, ahora no podría llamar a la policía, ¿que se suponía que debía hacer ahora…?

–Seas quien seas, vete de aquí…

Justo detrás de mí apareció un hombre con un sombrero negro de copa, tenía el pelo largo, más o menos por la altura de los hombros, iba vestido con un traje negro y tenía unos misteriosos ojos grisáceos, que me miraban muy intensamente, su piel era de color gris como si se tratase de una estatua que ha estado mucho tiempo dormida, para resurgir de la tinieblas y volver a esta putrefacta vida, llena de horror y venganza, venganza por unos tiempos pasados…

–Oh… ¿Qué maleducado te has vuelto Vladimir, vengo a hacerte una visita y tú me echas…?

–¿Por qué todo el mundo hace como si me conociera, no recuerdo que fuera tan popular, ahora quién eres tú?

El hombre sacó algo de su bolsillo…

–Me parece increíble que no me recuerdes… Se ve que es cierto lo que dicen de ti… Creí haberte matado, pero aquí estás… ¿Cómo es posible? Veo que has vuelto a ver a Elsbeth, por cierto, te ha escrito una carta de cumpleaños muy cariñosita… Ja-ja-ja. “Mi querido Vladimir, hoy es tu cumpleaños…” Que graciosa es Elsbeth cuando va a matarte…

—¿Debería recordarte, por qué debería recordar a tanta gente?, no comprendo nada…

—Aún así no eres completamente humano, fascinante… Mataste a tus padres y a tu hermanita y estás aquí… Tentando la vida de Rebbeca… La terminarás matando también a ella, lo sabes.

—¡Cállate!, no sabes lo que estás diciendo, no tienes derecho a entrar en mi casa… ¿Qué has hecho con mis amigos?

—Tus amigos… ¿qué amigos?, tú nunca has tenido amigos… Tú nunca debiste existir, todo lo que te rodea nunca debió existir… Sencillamente por eso, ya no existen igual que todos los que se han relacionar contigo y por eso tú también debes desaparecer. Mataste a mi hermano Raymond y eso nunca te lo perdonaré por eso maté a tu querida hermanita Victoria, a John y a Beatriz, no fuiste tú, como todos pensaron… Te enfureciste tanto al ver que asesinaban a tu familia que te convertiste en un vampiro, momentáneamente, no sé cómo puedes ser capaz de eso, eres como un semivampiro, o un semihumano, no se podría definir… La parte de vampiro coge más fuerza cuando te enfadas, desapareciendo de ti cada rastro de ser humano que hubiese en ti durante ese momento, por eso no consigues recordar nada, por un momento renació Vladimir el vampiro…

>>Disfruté tanto destrozando los cuerpos de tus familiares, sobre todo con Victoria, que niña tan mona, me la podría haber llevado y podría haber sido mi mujercita, pero es que me encanta la sangre de las jovencitas, es tan, como decirlo, agridulce… Adoro oírles gritar, mientras las ahogo, bebiendo su sangre, destrozándole su cuello y todo su cuerpo, me resulta tan… ¡Excitante!

>>Tus padres no me resultaron tan interesantes como tu hermana, pero aún así, me encanta destrozarles y beberme su sangre, deberías probarlo, entras en un estado efusivo, no puedes parar, te descontrolas succionando la sangre de un humano…

>>La pobre Berenice pensó que habías sido tú, te habías convertido, estabas lleno de sangre, lo más lógico sería eso, ni siquiera se le pasó por la cabeza que podría a ver sido yo u otra persona…

—¿¡QUÉ MATASTE A MIS PADRES Y A VICTORIA!?

—¡Sí, los maté! –dijo Roderick riéndose-.

Me hervía la sangre, quería destrozarle, despedazarle, nunca había estado tan enfadado. Me acerqué a él, le di un puñetazo en la cara, se le cayó ese sombrero que llevaba puesto. Ni se inmutó.

—¿Vas a intentar atacarme sin éxito, como la última vez?

Me abalancé sobre él, le empujé contra la pared más lejana, ahora tenía mucha más fuerza que la que recordaba, lo cogí y lo arrastré fuera de la habitación y le golpeé de nuevo, esta vez contra la barandilla de la escalera, la cual se destrozó y Roderick terminó en la planta baja. Salté abajo, con una agilidad increíble.

—¿Sin éxito? No lo creo… ¡Te destrozaré!

Roderick se incorporó y me lanzó contra un sillón, partiéndolo, me dio un buen golpe en la cabeza. Me levantó en el aire y terminé traspasando el cristal de una ventana.

—¿Destrozarme, a mí? Bueno, ahí te quedas… Me gusta jugar contigo, ¿sabes?, por eso no te mato Vladimir…

Roderick dejó el cuerpo inconsciente de Vladimir en el jardín. Recuperó su sombrero de copa, se lo colocó y desapareció por la ventana por la que había entrado.

domingo, julio 05, 2009

II: ENTIERRO.

cripta2

Lo primero que recuerdo después de despertarme, era una fuerte luz brillante que se filtraba por la ventana que había en la habitación, estaba acostado en una cama situada en una de las esquinas de la estancia, junto a mi cama en la otra esquina se encontraba un escritorio con una silla de piel en color negro y también había un armario. Las paredes eran blancas y el suelo de parquet.

Me levanté y me fui a asomar por la ventana. Allí estaba Berenice, levitando frente a la ventana, ella era la causante de ese brillo, abrí la ventana. Se quedó allí levitando y me dijo:

- Te quedarás con tu tía Rebecca, cuidará de ti, hasta que estés preparado. -me dijo Berenice-. Hasta entonces, adiós.

- No entiendo nada…

- Tampoco tienes por qué entender nada, nos volveremos a ver. Cuídate, Vladimir.

Desapareció produciendo ese resplandor que producía cada vez que aparecía y desaparecía.

Abrieron la puerta de la habitación, era mi tía, Rebecca Boots, la hermana mayor de mi madre. Mujer soltera sin hijos era corta de estatura, tendría unos 50 años por lo menos, ya estaba media canosa por lo que se teñía el pelo de color rojo, tenía los agradables ojos verdes, con los que me miraba y a la vez me sonreía mostrando una hilera de dientes blanquísimos.

- Hola, cariño, ya te has despertado, me alegro, venga, vamos a desayunar, tenemos que llegar a tiempo al entierro de tus padres y tu hermana. Nos sabes cuánto lo siento Vladimir, no sé cómo ha podido pasar todo esto, lo has tenido que pasar fatal…

- ¿Cómo he llegado aquí?

- La policía te encontró desmayado en tu cuarto y te trajeron conmigo y me contaron todo lo sucedido. Ahora vivirás conmigo.

- No, Berenice…

- ¿Berenice… quién es Berenice?

- Una chica, me trajo ella no la policía, bueno, no se… No lo recuerdo…

- Estás confuso Vlad, debió ser un sueño…

- La acabo de ver… apareció en la ventana, yo…

- Bueno, vamos a la cocina…

Entonces me trajo la policía pero, no, yo juraría que me trajo Berenice, de hecho estoy casi totalmente seguro de ello. ¿Hasta que estés preparado?, ¿qué querría decir con eso?

La verdad, es que nunca había estado en casa de mi tía, o por lo menos que yo recuerde.

Recorrimos un pasillo y bajamos por unas escaleras que daban al distribuidor de la casa y a mano derecha encontramos la cocina, una pequeña cocina con una mesa en el centro y todos los demás electrodomésticos y lacenas alrededor, en la cocina había una puerta que daba al jardín.

Mi tía se puso a preparar café y unas tostadas.

- Siéntate Vlad, te prepararé algo de desayunar, ¿qué te apetece?

Hice lo que me pidió.

- Leche con cereales estaría bien.

- Vale. ¿Quieres la leche fría o caliente?

- Caliente, gracias.

Rebecca se puso a buscar en una de las alacenas de la cocina y encontró unos cereales, me los puso en la mesa, cogió un bol y me puso en él leche lo metió en el microondas y al cabo de un minuto me lo entregó.

- ¿Dónde están las cucharas?

- Ah sí, perdona, en la primera gaveta.

Me levanté y cogí la cuchara, me senté de nuevo y me puse a comer la leche con cereales, los tuve que escupir inmediatamente. Mi tía ni siquiera se sentó a desayunar se empezó a tomar el café y las tostadas.

- ¿Tostadas? –me preguntó-.

- No, gracias, esto está bien…

- Pues venga vete a vestirte, en el armario tienes la ropa.

- Vale.

Subí por las escaleras y entré a lo que sería mi cuarto, llegué hasta al armario y allí se encontraba la ropa que debía ponerme. Era un traje de chaqueta, una camisa y una corbata y en una caja de zapatos, unos zapatos negros, al igual que toda la ropa que iba a llevar. Me puse la ropa y extrañamente todo me quedaba a la medida. Fui a buscar a mi tía para que me echase una mano con la corbata, jamás había llevado.

Rebecca ya estaba lista, con un vestido, un fular y un bolso negros, llevaba unos altísimos zapatos de tacón, jamás he comprendido por qué se los ponen, mi conclusión es: a las mujeres les gusta sufrir.

- Rebecca, ¿me podrías ayudar con la corbata?

- Claro.

Hizo el nudo de mi corbata y me la puso. Salimos y, realmente me di cuenta de lo grande que era su casa.

Subimos al coche, mi tía tenía todoterreno negro, me abroché el cinturón de seguridad y tras varias horas de camino llegamos al cementerio de Barcelona.

Me quedé asombrado de la cantidad de lápidas que habían, algunas de ellas rotas por el paso del tiempo, se veían estatuas de ángeles, cruces, flores en las tumbas de los difuntos, criptas de familias cercadas con decoradas vayas, también habían árboles, lo cual le daba un ambiente un tanto siniestro, en el centro del cementerio había una iglesia.

Desde la puerta por la que entramos había un camino hacia la iglesia y había otros caminos que daban a otras puertas.

Todo el cementerio estaba vallado y a su vez crecían junto a esas vallas unos cipreses altísimos, por lo que parecía que estabas encerrado ahí.

Me daba la sensación de haber estado en ese cementerio antes, lo que me dio pensar que existen varias vidas y cuando vuelves a un lugar que era muy frecuentado en tu otra vida, te da esa extraña sensación que yo estoy sintiendo ahora mismo.

Al entierro de mis padres y mi hermana asistió muy poca gente, solo fueron algunos compañeros del trabajo de mi padre y mi madre, mi tía y yo.

Nos fuimos acercando a la iglesia, ésta tenía una gran torre y varios ventanales y una gran puerta, la iglesia por dentro no era muy grande, parecía que llevaba algún tiempo cerrada. El cura hizo una pequeña ceremonia y después salimos para enterrar a mi padre y mi hermana.

No puedo dar mucha información sobre esto, porque no le estaba prestando atención.

Toda mi atención la tenía una cripta de alguna familia adinerada.

Me alejé de la ceremonia, procuré no pisar la tumba de nadie, no creo que a quien estuviera ahí le hiciera mucha gracia que pisase su tumba como si fuera la acera de una carretera cualquiera.

Me acerqué, tenía una puerta metálica la cual chirrió a falta de aceite, delante de la puerta de la cripta había flores secas, como si llevaran un par de meses ahí…

No sé muy bien por qué, pero la puerta de la cripta estaba abierta, me adentré en ella, era mucho más grande que lo que parecía por fuera.

En el centro de la sala había un ataúd. La cripta era de forma rectangular, tenía tres cristaleras por las que se filtraba la luz, dos estaban a los lados de la sala y la otra en la parte alta de la cripta, que iluminaba directamente el ataúd.

Me acerqué a ver de quien era el cuerpo que se encontraba en su interior. Tenía una inscripción: VLADIMIR LEFEVRE (1709-1729).

Se llama como yo… ¿Quién sería? Murió con 20 años, ¿qué le pasaría…?

De repente me di cuenta de que estaba en el entierro de mi familia y me dispuse a salir de la cripta, me acerqué a la puerta y la intenté abrir. Estaba cerrada.

- ¿Tienes la intención de irte sin saludarme?

Era una mujer con un largo cabello de color azabache, que hacía un gran contraste con la palidez de su piel, tenía una cara afilada, con unos grandes ojos violeta oscuro, su rostro rozaba la perfección, tenía una cicatriz en el lado derecho de la cara, iba vestida con un largo vestido negro de palabra de honor dejando sus hombros y sus brazos al descubierto, era de satén brillante con un corsé que se ajustaba perfectamente a su delicada a su cintura, estaba decorado con pedrería y a su vez formando el entrelazado de una tela de araña que recorría todo su vestido.

Su cara me resultaba familiar…

- ¿Eh…, quién eres?

- Elsbeth Silsby. Oh Vladimir, te he echado tanto de menos…

- ¿Qué?

- ¿No me recuerdas, no?

- ¿Recordarte?, pero si ni siquiera te conozco…

- Soy yo…

Me dirigí hacia la puerta, estaba cerrada.

- Déjame irme, mi tía está ahí fuera, están enterrando a mi familia y…

La cripta se iluminó hasta tal punto de no poder ver que estaba pasando. Solamente escuché una voz.

- No está preparado Elsbeth.

Era la voz de Berenice, la podría reconocer en cualquier sitio, pero ¿qué hacía ella aquí y de que conocía a la tal Elsbeth…?

- Pero… Hasta pronto Vladimir…

El sufrimiento con el que dijo Elsbeth eso, me dolió hasta a mí y no podía comprender por qué…

Berenice me llevó con ella a la salida de la cripta. Salimos.

- Ya veo que te has reencontrado con tu querida Elsbeth.

- ¿Quién es?

- Una vieja amiga tuya… Bueno, debes volver antes de que te echen de menos…

- Una vieja amiga… ¿y de que la conoces?

- Anda ve… Otro día ya te lo contaré todo…

- Vale, adiós Berenice…

- Cuídate Vladimir…

Berenice desapareció como solía hacer siempre.

Llegué hasta donde estaba mi tía.

- Vlad, ¿se puede saber dónde te has metido?

- Eh, me perdí…

Dije lo primero que me vino a la cabeza…

- Bueno, silencio.

Cuando terminó el entierro, las personas que asistieron no dieron el pésame a mi abuela y a mí.

Mientras nos dirigíamos al coche de vuelta Rebecca me preguntó cómo me encontraba.

Yo me sentía triste, echaba de menos a mi familia.

Estaba solo, a la tutela de una tía a la cual nunca veía, por lo tanto es una desconocida para mí, así que estoy absolutamente rodeado por un aura de desgracia en la que todo lo que quiero se desvanece…

Tengo ganas de olvidarme de todo, de que nada hubiera pasado y mis padres siguieran vivos y yo sería feliz, o al menos lo intentaría.

sábado, junio 06, 2009

I: Vladimir Selnik

Sobre Vladimir1

Hola, me dirijo a vosotros bajo el nombre de Vladimir Selnik, aquí me presento de esta manera tan extraña oyendo esta maravillosa música, la verdad es que la música me apasiona y gracias es esta canción voy a contaros mi historia. Una historia que la verdad no me gustaría recordar, pero es digna de contar y espero que después de leerla la podáis olvidar, como olvidáis tantas cosas, tantas personas, tantas vivas, tantos romances y de todas esas cosas, solo recordáis fragmentos en vuestros sueños y los olvidáis, pensando que es solo un sueño, una fantasía, una cosa que no ha ocurrido y, en realidad eso es lo único que ha acontecido, lo único que deberíais recordar, pero aun así es lo único que queréis olvidar, lo que queréis no recordar.

Mi historia comienza en un barrio de la cuidad londinense llamado…, bueno, prefiero que lo descubráis vosotros, solo os digo que allí empezó todo, toda nuestra era, toda nuestra farsa y yo lo único que quiero es que podáis recordar y nacer de nuevo de vuestras tumbas… Eso es lo que os pido que renazcáis… Que volváis a la vida y dejaran de vivir en esas farsas, en ese mundo que es una mera ilusión, pero aun así tiene cosas maravillosas como la música, esa magnífica música, con la que espero que estremezcáis como yo…

Ya me he desviado del tema principal, ¿por dónde iba?, ah sí, por el comienzo de todo, ¿no estáis aburridos de escuchar tantos mitos, sin saber si son ciertos o no, no os aburrís de escuchar historias de vampiros, de brujas, de dragones y de todos esos seres? Yo os voy a decir, que sí, que existimos y, desgraciadamente, yo soy uno de ellos, una de esas personas, de las que no queréis ni acercaros y nos teméis, ¿por temor a qué, a conocernos y negar nuestra existencia?, teméis de unos seres que ni sabéis, si existen o no, pero no queréis hablar ni ellos, creáis largometrajes, escribís e inventáis muchas cosas sobre nosotros, pensando que somos una fantasía, que solo son sueños, que no existen… Pero aunque penséis que no, existimos y estáis continuamente delante de nosotros, hablamos con vosotros, nos enamoramos de vosotros, os enamoráis de nosotros, os maravilláis con nosotros y aun así creéis que no existimos, hemos sido presidentes, alcaldes, vagabundos, hemos sido vuestros amigos, os hemos apoyado y yo aún no entiendo que tenéis vosotros, una luz brilla en vosotros, continuamente me maravilláis y me puedo quedar horas observándoos sin aburrirme y aun así podéis seguir maravillándome, porque esa es la palabra, maravillar.

Estoy seguro de que alguna vez os ha parecido ver un dragón volando y habéis dicho, ¡un dragón! Y al segundo siguiente pensáis que habrá sido un avión o un pájaro, bueno, en realidad podría ser cualquier cosa menos un dragón, pero lo más probable sea que ese animal volador que habéis visto fuera un dragón… Y después en el interior pensáis, ¿existirán? Y yo os diré sí, existen…

Muchas veces la gente no cree en las cosas, mas bien, no quieren creer en las cosas, prefieren vivir en la ignorancia y muchas veces, me gustaría poder también ignorar y dejar de creer en todo, para volver a creer en mí mismo… Me gustaría pensar que yo no existo que solo soy una ilusión, que solamente soy un sueño, pero aun así hay gente que aún sigue creyendo y por eso seguimos existiendo, si dejaran de creer en nosotros, desapareceríamos, y eso, desde luego, no es lo que deseo, en absoluto, lo que deseo es todo lo contrario…

Bueno, yo tenía 13 años, corría el año 1 vivía en la ciudad de Barcelona, una maravillosa ciudad, allí yo era feliz o, al menos, eso es lo que yo creía, tenía una hermana pequeña, llamada Victoria, una pequeñaja muy mona de 9 años, que graciosa era cuando intentaba darme una patada con su pequeñitas piernitas, con las cuales casi, ni se sostenía, era muy patosa… Pero ahora ya no podrá volver a darme esas patadas, ni volveré a escuchar su dulce sonrisa, porque ella falleció, al igual que mis padres y toda la gente que se encontraba a mi alrededor… La verdad es muy frustrante saber que no te queda nada, que no hay nadie por el cual seguir luchando… Que todo ha desaparecido y todo por mi culpa, después de toda esta tragedia quería irme a un lugar distinto, a un lugar donde pudiese olvidarlo todo, poder olvidar mi casa, a mi perro, a mi madre, a mi padre a toda esa gente a la cual no lograba comprender pero aún así, les echo de menos y por eso me fui a Londres, bueno en realidad me llevaron en contra de mi voluntad, era una ciudad maravillosa de la cual leí tantísimo en mi infancia y ahora me encuentro aquí…

Yo, bueno… no puedo decir yo, pues he cambiado, ya no soy el mismo, me han cambiado y me han condenado a una trágica muerte sin fin, y nadie me preguntó si yo quería esto, si yo quería condenarme a una eterna soledad…

Continuamente escuchaba su voz en mi cabeza, la voz de una chica, era la voz más increíble que nunca nadie se imaginó escuchar, me decía que me fuera, que pasase de todo, que yo no pertenecía a ese lugar… La escuchaba a todas horas, creí volverme loco, empecé a alejarme de todo el mundo, estaba harto de mi hermana pequeña, Victoria, tan insoportable con su pataditas de princesita… Pasaban los días, yo no encontraba sentido a mi vida, me pasaba todo el día paseando por los parques, estábamos de vacaciones y las clases no empezarían hasta dentro de dos meses…

Después de uno de esos paseos, regresé a mi casa, entré en mi habitación, hecha un desastre, para variar, yo soy ordenado en mi desorden, solía decirle a mi madre… En la pared había varios posters de grupos como My Chemical Romance, Three Days Grace, The Used, The Killers, entre otros sobre una pared pintada de un horrible color amarillo pollito, por eso ponía el mayor número de posters posible para esconder esa horrenda pared, me tiré sobre mi cama y cerré los ojos, escucho pasos y tocan a la puerta, era Victoria.

- ¡Hola, hermanito!

- Hola -dije de una forma tosca y seca-. ¿Qué quieres?

- Tengo algo para ti.

- ¿Ah sí?

- Sí, una chica me dijo que te diese esto.

- ¿Una chica?

-Sí, no sé, era media rara, bueno, me piro vampiro -se va corriendo-.

-Eh, ¡no, espera!

Era una carta de color negro, con mi nombre escrito en violeta con una redondeada letra. La abrí.

En ella había una hoja con una sola frase:

Te sigo esperando.

¿Será la chica que escuchaba en mi cabeza? Estaba obsesionado, debía verla, necesitaba verla, así que esperé a que me volviera a hablar. Esperé pero no escuchaba esa voz tan dulce, que anhelo y, cada día más me iba consumiendo… No podía aguantar el ansia de conocerla, pero no me hablaba, ya no podía escucharla, ¿dónde estará? Pasaron los días y yo seguía esperando y leyendo la sencilla frase que me había escrito: Te sigo esperando… ¿Con eso podría encontrarla? No tenía sentido. Seguía transcurriendo mi monótona vida, comer, dormir, pasear, espera, sí, mi vida en estos momentos se concentra en esas 4 palabras. Alguna vez que otra, llamaba Enrique, un compañero del colegio, pero yo no quería ver ni escuchar a nadie que no fuera aquella misteriosa mujer. Pregunté varias veces a mi hermana sobre la chica que le había dado esta carta y me decía que no tenía ni idea de que chica le estaba hablando… Cada segundo, minuto, hora, me desesperaba aún más.

Era de noche, mis padres peleaban, para variar, no podía soportarlo. Salí a dar una vuelta, me adentré por las primeras calles que encontraba en mi camino, caminaba deprisa, de vez en cuando veía a algún borracho durmiendo con sus harapos, pero aparte de eso nada más. Ya nada me importaba, me decía a mí mismo, todo a la mierda, yo no quiero esto.

- Yo no quiero vivir así…

En medio de la calle apareció un fulgor, pero aún así yo pasé y seguí de largo, noté pasos tras de mí, seguí caminando, y de repente, apareció delante de mí una chica, me quedé petrificado, ¿sería ella?, intenté moverme, no podía… Me sonrió.

- Creo que puedo ayudarte con eso. Ven conmigo.

- ¿Ir contigo?

- ¿Por qué no?

- Ni si quiera me has dicho tu nombre…

- Claro, soy Berenice.

Desde luego, era ella, Berenice era su nombre, no sabía nada de ella, pero toda ella me incitaba a seguirla hasta el fin del mundo, era rara, pero guay, iba vestida con un estilo muy punk, ¡tenía alas!, unos penetrantes ojos azules transparentes y un desordenado pelo de un intenso color negro.

Allí estaba yo, con esa chica tan extraña, mirándome con esos ojos como si pudiese leerme el pensamiento, y quizás así sea…

Cada vez que le iba a decir algo, me quedaba parado como un estúpido mirándola…

- Eh, yo soy Vladimir, tengo un nombre demasiado anticuado para esta época –me reí-.

- En realidad no, debías tener ese nombre.

- ¿Cómo?

- Nada, ya te contaré por el camino… ¿Nos vamos ya?

- ¿Por el camino, adonde vamos?

- Debemos irnos ya, antes de que cometas cualquier locura.

- No, no puedo irme así, ¿y mis padres y mi hermana?

- Debes dejarlos hoy, no puedes permanecer más con ellos, por su bien…

- No pienso irme así, me marcho a mi casa…

- No –me suplicó agarrándome del brazo-, tienes que venir conmigo.

No le hice caso, pero debí hacerlo, me desasí de su mano y eché a caminar en dirección a mi casa.

Ya todos estaban durmiendo, ni siquiera se habían dado cuenta de que me había marchado. Me fui a dormir sin siquiera haberme quitado la ropa.

A la mañana siguiente me desperté y fui a la cocina para buscar algo que meterme en la boca, solamente encontré una pizza fría de la noche anterior, le di un mordisco y lo tuve que escupir de inmediato, sabía a diablos, no le di importancia. Salí de mi casa. Larry, el vecino de al lado estaba regando sus preciadas rosas, y me dice:

- Eh, hola Vlad.

- Buenos días, Larry.

- ¿Pasó algo anoche?, escuché gritos, ¿están todos bien?

Me asomé por su jardín, me miró y se quedó descolocado, no entendí su expresión, ¿tendría algo?

- Chico, tienes la ropa llena de sangre…

Salí corriendo para volver a mi casa y mirarme a un espejo. Entré en el baño, para ir directamente hacia el espejo. Me encontré con una imagen devastadora. Victoria, mi hermana, estaba completamente desangrada en la bañera, teñida por su sangre, me quedé helado.

- Esto no puede ser cierto, debe de ser una pesadilla… No, no, no…

Salí corriendo para buscar a mis padres, estaban en su cama, con una imagen muy parecida a la que había en el baño… Había sangre por todos lados, en el suelo, en la alfombra, en la cortina…

- No, esto no… es…¡¡¡¡¡NOOOOO!!!!!

Volví a escuchar su voz: Sí, esto es cierto y lo has hecho tú, quise avisarte, pero no me escuchabas…

- ¿Yo?, no, no, no es posible que yo haya hecho esto…

Me quité esa ropa y me puse un pantalón y una camisa cualquiera. Los vecinos al escuchar mis gritos debieron de haber llamado a la policía, pues transcurridos unos 20 minutos llegó la policía, se llevaron los cadáveres. Le piden los testimonios de los vecinos, pero yo ya no me encontraba allí.

Vi aparecer un fulgor, como la primera vez que vi a Berenice y al segundo después estaba en un lugar totalmente distinto. No entendía que estaba pasando, ¿por qué de repente pasa todo esto…?

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